



Debido a la velocidad de los acontecimientos en el mundo artístico chileno en este último año (2009), hemos podido tener acceso a una fértil producción de obras que tienen su soporte de exhibición en Tri-bi-enales, lugares destinados a promover la alta cultura, estos vienen incluidos en paquetes curatoriales de diversas temáticas. Existe una serie de escenarios, de categorías jerarquizadas, que se separan en exposiciones, en este caso siempre colectivas como la de Mónica Bengoa, Juan Pablo Langlois, Gonzalo díaz, entre otros, "El terremoto de Chile"; ellos se envuelven en los grandes escenarios de primera selección artística, es decir, museos, galerias y contextos "sumamenteimportantes", que no definen el arte chileno en su totalidad, sino, repetida y sobrexplotada de códigos ya formales y asumidos por una postura academicista de lo que es el arte.
En la segunda o mejor dicho tercera división, están los artistas emergentes y no tanto incluso, estos que deambulan en espacios municipales; lugares un tanto efímeros (para diferenciarlos de las grandes muestras), que poco a poco van tornando una seriedad distinta a la obra chilena, ¿qué decimos y porqué lo hacemos?; algunos mojaron la camiseta, otros pintaron, grabaron, quemaron, mientras los grandes ìconos de la plásticao, se mantienen intocables en su cómoda postura de significantes que existen en una academía revolucionaria hace 30 años, que ahora ya no sería tan relevante, pues discrepo con Gaspar Galáz en el sentido que la revolución del arte es extremadamente progresiva y no constante de repeticiones y pastiches.
La cuestión de importancia, parte de la distinta forma de afrontar el arte, en centros de poder que van cambiando, fragmentando lecturas, difuminando límites, transgrediendo círculos, creando físuras, por donde se escapan los ojos racionales de lo que podría calificar como una obra en su magnitud escencial, un modelo en sí mismo ya diferente de la cómoda lectura existente, ese modelo que ya no sabemos hasta que punto cuestiona sus modos de producción, ahora simplemente existe, está presente y es difícil definir en torno a una verdad absoluta.